La sala principal en el piso superior de este museo está dedicada a exhibir el último proyecto de Carlos García Estrada. No es un homenaje nacional, sino un medio de dar a conocer aquello en lo que el artista –recientemente fallecido– estaba trabajando cuando su dolencia se agravó.
La exposición póstuma respeta la voluntad del autor sobre el curso de su trayectoria. La antológica retrospectiva que entregaría el meollo de sus quehaceres probablemente está entre los proyectos a realizarse. Es consecuente llevarla a cabo, porque estamos hablando de un grabador, que como otros en la historia, formó a varias generaciones de artistas en las disciplinas gráficas.
En un principio sorprendió con sus estupendos grabados al buril de época temprana. En nuestro medio yo sólo me he topado con otro artista que ha trabajado primordialmente las disciplinas gráficas: Ignacio Manrique Castañeda, a quien se le conoce fundamentalmente como grabador y maestro.
Dos pintores que se han distinguido a lo largo de sus respectivas trayectorias mediante del acento puesto en la gráfica integran la exposición paralela: José Castro Leñero y Roberto Turnbull. En el texto de presentación desplegado en el primer nivel, Raquel Tibol establece los puntos de contacto generacionales y sobre todo las diferencias de aproximación entre los quehaceres de ambos, dejando ver que la mancuerna propuesta por el Museo de la Estampa es oportuna y elocuente. Eso es obvio para quien la recorre con el tiempo suficiente: las obras de uno y otro se presentan alternando en los mismos espacios, o bien formando sus apartados respectivos en dos áreas circunscritas.Leer Nota completa: La Jornada
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